La desaparición de Santiago Maldonado, está marcando el termómetro electoral. El “caso Maldonado” entonces, se ve desvirtuado por la coyuntura que produce el clima de elección permanente que se vive en el país.
En todo el mundo, la dinámica de la información es impuesta por parte de los medios masivos de comunicación, en este sentido, los hechos que se suceden en el ámbito de la vida pública Argentina no están ajenos al “tráfico de información” y a la agenda que estos imponen.
La información rota cada vez con mayor rapidez y su tratamiento es, en mayor medida, analizado por NO especialistas, que vuelcan en muchos casos, impresiones propias que no resisten ningún análisis serio.
La desaparición de Maldonado y su tratamiento, hacen visibles variables cada vez más claras en cuanto a las intenciones de quienes se posicionan al respecto; el caso es señalado por parte de la opinión pública como “politizado”, esto significa que se ha convertido en materia de marketing político para los diversos sectores que tratan de conseguir un rédito electoral.
Cuando pienso en el término “politizado”, no creo que deba tomárselo como algo con connotación negativa, si bien es obvio que el caso ya es parte de la maquinaria electoral de los principales partidos en pugna, la politización es inherente al hecho.
La desaparición de una persona es un hecho que el Estado debe aclarar y todo aquello en lo que el Estado intervenga se convierte en una situación pública, como es natural de la construcción democrática, entonces me pregunto: ¿no es lógico que este suceso sea discutido por los principales referentes e integrantes del sistema de partidos?
Pretender que la discusión sea “desideologizada” y/o sin enfrentamientos, es desconocer la dinámica de la política. Carl Schmitt planteaba la política como una guerra o un enfrentamiento que tiene como objetivo la imposición, llegándose a utilizar a la violencia como medio para adoctrinar. Pero como todo se reinventa, puede entenderse que en la medida que los medios masivos de comunicación vayan logrando obtener mayor influencia sobre la opinión de las personas, serán éstos por el momento, la principal herramienta de la imposición política.
Los medios de comunicación son grandes formadores de opinión y según la teoría cognoscitiva de los medios, éstos no dicen qué pensar pero sí en qué pensar, refiriéndose al poder que tienen para marcar la agenda pública (agenda setting).
Pero el caso Maldonado deja abierto a la reflexión sobre la verdadera profundidad del poder de los medios de comunicación sobre el ciudadano promedio.
Por otro lado, el uso de toda la maquinaria electoral está a la orden del día, y en general se suele referir al tema como cosa juzgada.
Las personas en general, marcan su posición basándose en distintos parámetros, como por ejemplo la información que consumen -que suele coincidir con el medio que siguen y que a su vez refiere a la ideología que sostienen- y asimismo en las redes sociales (espacio de nuevas formas de operación política comunicacional) se suele seguir a gente o sitios que reafirman sus ideas preexistentes.
La sociedad moderna no se caracteriza por generar tiempo para el ocio y mucho menos para la búsqueda correcta de la información política, en este sentido, es difícil para el común de la gente “seguir” a los medios que tienen otra posición política y mucho menos pensar en buscar información en lugares que no sean los habituales o a través de referentes que no son aquellos por los que se informan cotidianamente.
En este caso, como en tantos otros, los medios sostienen que se refleja lo que se ha denominado “la grieta”, y es así, sin embargo cabe preguntarse en qué medida esto no hace otra cosa más que reafirmar las diferencias políticas innatas en el hombre. El problema radica en que no se logra consolidar una discusión sin violencia.
Las diferencias van a estar porque las principales fuerzas políticas plantean dos modelos muy diferentes desde los planos económicos y sociales. Su incompatibilidad sin embargo, no debe dejar de brindar el espacio suficiente para discutir los asuntos políticos a través de canales institucionales, sin flexibilizar a conveniencia cada uno de los mismos, como siempre se hizo desde cada gobierno.
Asimismo, la discusión en la opinión pública sin intoxicaciones desde el marketing es complicada.
El análisis sobre lo que acontece en derredor de la desaparición del artesano es esencial, pero lo urgente, lo más importante y necesario es saber en dónde está Santiago Maldonado, no podemos permitir que nuestros ciudadanos desaparezcan sin que haya respuestas inmediatas sobre su paradero, el Estado Argentino es el garante de nuestra seguridad y debe cumplir su función brindando las respuestas del caso.